sábado, octubre 13, 2007

CRUCERO DE LA MUERTE. LA IGUANA, EL FRENCH Y YO.

En esta bonita y peligrosa ciudad todos tenemos una aversión por una zona en especial, no se, un lugar por donde no nos gusta pasar y mucho menos quedarnos. Es el caso de un crucero, un lugar despiadado, lleno de muerte, sangre y dolor. La zona esta llena de panteones, futa, hasta con eso. En el mentado crucero hay un parabus, dos semáforos y 3 sentidos viales. Cruzar ahí esta cabrón, antes de alli hay una curva, los autos vienen hechos la duro y a la mayoría les vale madre el semáforo porque no hay intersección de avenidas, digamos que el semáforo sirve únicamente a los peatones que en el defectuoso todos sabemos que valen dos chingadas. Llegar ahí en transporte publico e intentar cruzar es un deporte digamos extremo, porque tienes que cubrir tres flancos al mismo tiempo, entre que tienes que esperar a que te hagan el favor de detenerse los del sentido en que venias y que los del otro lado no se pasen y que tampoco te salga otro desgraciado de la calle chica se vive la emoción pura y añádele que un ente extremadamente listo agarre un tercer carril inexistente para sagazmente pasarse el alto el muy inteligente hijo de la chingada. Bueno, el punto es que ya me toco sufrir. La primera vez vi una iguana masacrada exactamente entre las dos líneas que dividen los sentidos de dicha avenidota. La vi de lejos y pensé que era un pedazo de papel periódico hecho bola, cuando me acerque vi un poco de sangre y una como cola que todavía se movía... ¿Qué chingados hace una iguana en medio de la ciudad? Que fin tan ojete, supongo intento cruzar la avenida pero solo llego a la mitad, o a algún pinche chamaco se le cayo del carro o se escapo del panteón. El otro cadáver fue un french puddle, de casa, traía su chalequito y toda la cosa, a este no lo embarraron, solo le dieron un super madrazo y fue a dar a la guarnición. Tenia la barriga abierta. Chale, los french son los perros (si se les puede llamar así) que menos me gustan del mundo, pues hasta con eso sentí gacho. ¿A que ser pendejo se le escapo su perrito? El cadáver todavía sigue ahí, solo que ya es una salea. Al otro cabrón que también se iban a ajusticiar ahí fue a su seguro servilleta. Futa, de acordarme me da coraje y risa. Iba cruzando y llegando a la mitad y por ver si a algún genio del volante se le ocurría pasarse el alto, me salió un taxi por la callecita, iba tendido y cuando dio la vuelta apenas lo vi. Ese día traía muy buenos reflejos y agradezco a todos los dioses el haber podido reaccionar. Eche apenas medio pasito para atrás y el sagaz cafre no se detuvo, yo me visualice moronga, baje la vista y me cae que no les miento, de la orilla de las llantas a la punta de mis zapatitos no vi mas de 10 centímetros. O sea que si ese día hubiera andado adormilado ya no estaría aquí o por lo menos con mis huesitos intactos. Cuando pasa frente a mi, digamos que la reacción natural es meter las manos, no se para que chingados, pero así reacciona el cuerpo, le di un madrazo (o me dio) a la salpicadera trasera. La mano no me dolió en el momento con eso de la adrenalina, pero si me dejo un pinche moretón, que fue la herida mas grave aparte la del orgullo. Cuando logre cruzar vi a un ñor que estaba enfrente y tenia abierta la boca, me cae que también me vio embarrado. Lo único que alcance a escuchar fue "le pasó lo que al perico... " y yo entre risas nerviosas agradecí tan atinado comentario. Pues el orangután que iba manejando ese vocho infernal tuvo la desfachatez de buscar la otra calle para darse la vuelta y encontrarme de nuevo, yo me cae que no sabia ni donde andaba, hasta que casi al llegar a la otra esquina orillo su nave muy acá y salió con un bat a hacérmela de pedo, ¡¡¡no mames!!! Yo no sabia si reír, llorar, mearme, o aceptar su reto a rompernos la madre. Nunca olvidare su rostro de orangután gritándome "¿por qué le pegaste a mi carro?" a lo que civilizada e inteligentemente respondí "no le pegue, tu me pegaste, además ¿por qué te pasaste el alto?" a lo que el tarzanezcamente respondió "te vale verga" pero ya venia sobres con su artefacto deportivo... Lo primero que pasa por tu mente es desquitar tu coraje y aceptar el reto, pero francamente yo llevaba las de perder y como que eso de pelearse por una pendejada de la que ni culpa tuve, además no es por el orgullo de la patria ni por el amor de una mujer ni por la herncia de mi abuela. Decidí emprender la huida hacia rumbos mejores a paso veloz, me eche a correr y dejar en claro mi cobardía ante tal sujeto. Lo ultimo que escuche fue un "¡putooo!" con ese tono y acento angelical que caracteriza a los de su especie. Teletransportarme seria una excelente solución, pero se me hace que no se va a poder, así que tendré muchísimo cuidado, no quiero morir tan joven (jojojo) y sin por lo menos habérmele declarado.

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